MARAÑAS (2004)

En un intento de fundir decoración, con arte y con expresión, surgen estas “marañas” de composiciones sincopadas de curvas evolventes, con la aparente confusión y caos de la tensión que conlleva el intentar agradar con la pintura a todos, incluida a mi misma, lo cual es imposible. Con el tiempo he aprendido que no se puede pintar a gusto de todos, al igual que en la vida es imposible agradar siempre. Ello me ha llevado a reflexionar acerca de aquellos artistas que se interesaban por la “fealdad” para transgredir el mundo del arte; tal es el caso del movimiento Dadá, de clara tendencia anti-arte. Por algún motivo, actualmente veo esas obras y algunas me resultan tan interesantes plásticamente que me agradan desde el punto de vista estético. Puede que en esto hayan influido bastante los críticos de arte, aparte de la educación artística y por supuesto la evolución histórico-artística que ha surgido a partir de dichas obras. Como sabemos, la sociedad siempre ha repercutido en el arte y éste a su vez en la sociedad. En el siglo XX surgieron algunos movimientos artísticos en oposición a otros, muchos de ellos como rebeldía ante la mercantilización del arte, o nacían de la influencia de otras manifestaciones artísticas, aparte de la individualidad de cada artista. Además el arte se sirve de la publicidad y viceversa, y a su vez la publicidad y la sociedad establecen una relación también de retroalimentación. Todo forma parte de un mundo complejo en el que al final encaja cada una de las piezas. Durante mis primeros años de formación me encontré muy confusa. A veces me obsesioné con un elevado nivel de autocrítica o exigencia, que nunca me hacía estar satisfecha con lo que hacía. Siempre pedía opinión a los compañeros, familiares, amigos o profesores. Desprenderme de los juicios ajenos – a los que daba demasiado importancia – supuso un largo camino de aprendizaje.



 

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