25 DE NOVIEMBRE


Hoy, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, hace un año de aquella pequeña aportación que los y las compañeras de clase, junto con otras personas, realizamos en una intervención que formaba parte del proyecto de la artista Suzanne Lacy, El Esqueleto Tatuado; en dicho proyecto, participaron muchísimas personas más, de diferentes edades, para las cuales, espero que la experiencia haya supuesto algo tan significativo como lo fue para mí.  

La artista trató de contar con una narrativa diferente a la habitual, a la que es como si la mayoría nos hubiésemos “anestesiado” y resignado, ante el problema social de los malos tratos. 

Hace un año, en el  acto conmemorativo que se hizo en la Puerta del Sol, nos pusimos una máscara, cada una de ellas representando a una mujer que desgraciadamente había sido asesinada en ese mismo año.  Sobre la máscara previamente, los alumnos y alumnas de diferentes centros educativos, habían escrito tiempo atrás, parte de testimonios reales de otras mujeres que han sufrido violencia machista y afortunadamente pueden contarlo. 

Sobre nuestros  rostros, nos pusimos las máscara, para simbólicamente representar a unas mujeres, que trágicamente, ya no pueden dar la cara. Sentí a la mujer que representaba mi máscara, muy presente, desde que pasamos por el escenario una a una, según mencionaban sus nombres (y no simplemente un número, como acostumbramos a escuchar en los medios), para dejarnos una rosa y bajar al pie del escenario, de cara a las personas que estaban allí.

Percibí en el rostro de Suzanne Lacy emoción respecto al tema, y también confianza en creer en lo que se estaba haciendo. Desde el otro lado de la máscara, podía ver víctimas, familiares de personas que ya no están; dolidos/as, indignados/as, hijas e hijos, personas que simplemente pasaban por allí y miraban con curiosidad… lágrimas y pancartas con fotos de su familiar o amiga asesinada y diferentes mensajes pidiendo justicia.

También fotógrafos, algunos emocionados, que  hacían fotos hacia el escenario y hacia nosotras. Por más fotos que nos sacaran, cámaras con las que nos grabasen y por más que nos mirasen, la máscara nos proporcionaba un espacio de seguridad y de protección, quedando expuestas y protegidas a la vez. Nadie podía ver la emoción en nuestros rostros.

Escuchábamos gritos de dolor e indignación, música muy bonita que tocaron en el escenario, lecturas… de vez en cuando silencio.

Cuando todo terminó, dejamos las máscaras y las rosas sobre el escenario. Así me separé y despedí, de alguna manera, de aquella mujer que sentí muy presente desde el momento en que me entregaron la rosa pronunciando su nombre, aquella mujer a la que un hombre había arrebatado injustamente su vida. También se quedaron allí las personas que verdaderamente se quedan con su dolor...




Una de las formas de que el proyecto repercuta, es el compartir la experiencia con otras personas.  Sería interesante que los medios de información dieran más repercusión a este tipo de actuaciones, de forma más detallada, para concienciar e informar sobre algo tan importante como es la violencia ejercida contra las mujeres.

Aquí está un enlace de un video sobre el proyecto de Suzanne Lacy, El Esqueleto Tatuado:





IMPROVISACIONES CON EL VIENTO (2011)

 
Esta entrada del blog se la dedico a quienes poseen actualmente estas pinturas improvisadas; también a alguien que pronunció unas palabras en un brindis, motivándonos a que sigamos trabajando por realizar nuestros sueños, aunque nos pueda resultar muy difícil.  Y en general, a todas las personas que pese a todo, siguen transmitiendo espontaneidad, sobre todo a mi amigo Roge, quien hace poco me llamó "Hippie del Viento".
 



Inma Sabariegos: "Viento Alisio",  2011. Óleo sobre baúl de madera









Inma Sabariegos: "Impulso del viento", 2011. 92 x 65. Óleo sobre lienzo







Inma Sabariegos: "Ráfaga Vibrante",  2011. Técnica mixta sobre papel.






Inma Sabariegos: "Torbellino",  2011. Óleo sobre lienzo




Inma Sabariegos: "Transformación del viento",  2011.  100 x 81. Óleo sobre lienzo












BOTIJAS (2011)

Para Sara y las demás "botijas"

Inma Sabariegos: "La Botija de fresas", 2011.  100 x 81. Óleo sobre lienzo











ANSIA DE MAR (2011)



Hace pocos meses pasé una semana por el Norte de Tenerife. Creo que tomé gran cantidad de fotografías del mar, en parte para intentar llevarme parte de su especial belleza. Pero al mirarlas ahora, no se puede revivir la misma sensación, y no se hallará así, a no ser que en otra ocasión regrese allí. Y probablemente no será con la misma intensidad.

Pensaba pintar al regresar a casa, ayudándome de las fotografías, pero el olor a pintura tiene poco que ver son el olor a mar;  encerrarme en un cuarto en una casa del interior de la península, en la ciudad donde vivo es también muy diferente al roce del aire y su aroma; lo mismo ocurre con el silencio, o con cualquier música que ponga, no es el sonido del viento ni del agua en movimiento. No digo que el contexto en que me encuentro sea peor, sino que es diferente. Me gustaría tener ocasión de regresar y pintar directamente.

En aquel lugar deseaba aprovechar cada instante de aquello que normalmente no puedo disfrutar, aquel mar que tenía frente a mí. Necesitaba desconectar, sentir su libertad, la inmensidad, el descanso, la paz y la limpieza purificadora de la sal. Así como intuir el misterio de que podrá haber más allá de nuestra visión, más allá del horizonte, dentro del agua, es decir, en ese otro mundo, la vida marina con su desarrollo evolutivo; o pensar de qué lugar del planeta proviene el agua que trae las olas, rompiendo en forma de espuma para convertirse en líquido, una ola y otra, de forma cíclica… una tras otra, y otra...

Todo resulta como si de magia se tratara. Ante tanta grandiosidad me siento tan pequeña como una hormiga. Para el océano somos tan importantes como cualquier otro ser. Poco le importan las numerosas batallas que ha presenciado y que presenciará, ni distingue de riquezas. Mirando el horizonte, el estallido de las olas contra las rocas en un movimiento constante, me doy cuenta de que todo aquello que contemplo, es totalmente ajeno a la política y a la crisis económica; el océano no entiende de cifras, ni de ambición humana.

A poca distancia de Tenerife, en el Hierro empezaba a haber temblores, entonces aún no me había enterado y no lo hice hasta que pasó un mes. Ayer supe por las noticias de televisión, que empiezan a aparecer erupciones volcánicas en el mar a poca distancia de la isla y que han evacuado a parte de la población. Incluso para los especialistas, de momento es impredecible lo que ocurrirá. Ante el estallido de un volcán no podemos hacer nada, pero ¿y ante el problema de la economía mundial? ¿Y ante el hambre?
Mientras los seres humanos nos seguimos creando problemas, el mar sigue sin entender de trajes con corbata, ni de tacones, tampoco entendía de pelucas blancas con tirabuzones, ni de atuendos de pirata.

Pero en fin, la naturaleza es una gran obra de arte, la mejor de todas, y los seres humanos, formamos también parte de ella; nuestras acciones, durante nuestras frágiles vidas, igualmente lo son.