De nuevo mi pintura nace inevitablemente de las situaciones y circunstancias del medio que me envuelve. Tenía en mente este proyecto desde hace ya tiempo, porque si hay algo que me fascina en este mundo es el agua en todos sus estados, sea líquido, sólido o gaseoso. Siempre nos acompaña y sin ella no hay vida. El agua tiene infinitas posibilidades: desde el vapor que sale de una olla al cocinar o el que se queda en el espejo, los cubitos de hielo, los copos de nieve, charcos…hasta las nubes, los ríos, lagos, mares, glaciares… Las corrientes hacen que los océanos bañen las orillas de todos los lugares, y sus aguas también se reparten gracias a los cambios de estado. Por tanto el agua es de alguna manera compartida por todos y por todas las naciones porque en realidad una partícula de agua no es de nadie y aunque se intente atrapar, fácilmente se puede escapar evaporándose. Viene a ser la misma que ha existido desde la formación del planeta. Ha recorrido los cuerpos de todos nuestros antepasados, así como de nuestros descendientes y de los demás seres vivos del planeta… El agua es infinita en el tiempo y en el espacio.
Disfruto mucho dando chapuzones, salpicando, nadando… El agua forma parte de esos “pequeños” detalles en la vida que debemos valorar. En realidad es mágica e increíble.
No todas las facetas del agua me gustan. A veces muestra su lado aterrador por ejemplo mediante inundaciones desbordándose de una forma incontrolable. Además me disgusta y me enoja ver aguas sucias y contaminadas por nuestra negligencia. Ríos donde, como el Jarama entre tantos otros, antaño se bañaban nuestros padres en aguas limpias, y en los que ahora no se puede por la contaminación, cuando este lamentable hecho se podría remediar.
El agua pasa por una serie de ciclos al igual que otros elementos de la naturaleza. La vida humana también interfiere en esos ciclos, somos parte de ellos y además aparte de éstos nuestras emociones pasan por repeticiones cíclicas, ciclos que a veces nos cuesta cambiar. Cuando los limpiaparabrisas del coche limpian una y otra vez las gotas que caen sobre la luna se produce un movimiento cíclico que sucede una y otra vez hasta que deja de llover. Las emociones humanas van y vienen, aparecen otras, se desbordan… y así sucesivamente. A veces resulta difícil salir de ciertos ciclos.